Añorarle.

Su brazo era lo único que seguía abrazando mi piel, y ahí estaba yo, a escasos centímetros de él, escuchando su respiración mientras dormía.
Me di la vuelta para volver a dormirme, pero le desperté.
Sus pulsaciones se clavaron en mi espalda, y sus manos se entretenían buscando mi ombligo.
-Qué bien hueles..- dijo mientras me besaba la nuca.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo, y me volvió a girar.
Nuestras miradas se cruzaban a través de la oscuridad, mientras el silencio lo invadía todo. Deslizaba sus dedos por mi espalda, dejándome gritos de sus ganas, y me acercó aun más. Jugaba bajando por mi boca, rozando el arco de cupido hasta mi barbilla.
A milímetros para juntarse del todo.
Se encendieron luces con sus besos, saltaron chispas con sus dedos, y no acabó, se detuvo el tiempo. Mis piernas le atrapaban y competíamos por el latido más fuerte. Su pecho contra el mio, tan firme, como si el mundo se acabara en ese instante; y cuando mi respiración se agotaba, él me prestaba la suya. La luz empezaba a agujerear las gotas que corrían por el cristal, empañado por el calor.
Y, en el fondo, lo único que quería era verle amanecer.

Y con más frecuencia.

Sinceramente, me estás empezando a apetecer más de lo que te imaginas.

Conmigo.

Me gustaría sentir tus labios, esos que tanto me gustan rozando por mi piel. Me gustaría sentir tu respiración en mi cuello, haciendo que mi piel se ponga de gallina. Sentir pequeños mordiscos que me ericen la piel, activando cada parte de mi cuerpo, haciendo que te devuelva las caricias con la misma intensidad.

Apurar los besos en la penumbra de la habitación, mordiscos salteados por el cuerpo del otro, mientras nuestras manos recorren nuestra piel sin tregua. Suspiros que se van acelerando conforme más tarde se hace, hasta por fin caer rendida en tus brazos. Terminar con el cuello lleno de tus marcas y los labios rojos de tanto usarlos, sentir la fina sabana cubriendo nuestros cuerpos, y una pequeña sonrisa asoma por mi cara al verte junto a mi.

Locuras.

Y hoy más que nunca me apetece tenerte aquí, conmigo. Sentir que tenemos todo el tiempo del mundo y que podamos aprovecharlo, para hacer todo lo que queramos, tan solo tu y yo.

Todos los días.

Me gustaría acostumbrarme, a despertarme a tu lado.

Y no me avergüenzo.

¿Sabéis? Le quiero y además es muchísimo.

Hazme compañía.

Veces en las que te metes en la cama sola, esperando por un casual que esa persona venga al hueco que le has hecho, y así poder sentir que esa cama es el lugar más maravilloso del mundo.

Esta noche.

Hoy me apetece besarte, y que me comas a besos.

Por eso.

+¿Por qué le quieres?
- ¿Por qué le quiero? Pues .. Le quiero, le quiero por como me hace sentir. Le quiero, por que me hace la chica más feliz de todo el mundo mundial. Le quiero, por todas las sonrisas que me saca cuando estoy mal. Le quiero, por todos los momentos felices que quiero que ocurran con él. Le quiero porque aguanta mis cambios de humor. Le quiero, porque se preocupa por mi. Le quiero porque no me cansaría de sus besos ni en un millón de años. Le quiero, porque no puedo sacármelo de la cabeza. Le quiero, porque necesito su risa, su mirada, sus besos y caricias. Le quiero, porque no me importa apostarme lo que sea si es con él. Le quiero, por los piques que tenemos. Le quiero, porque no le importa que le ponga tropecientos motes. Le quiero, por todas las veces que quiero que estuviera en mi cama, y por todas las noches que sueño con él. Le quiero por como me hace sentir cuando estoy con él ..
Le quiero, porque me hace sentir única aunque sea una chica del montón.

Joaquín Sabina.

No hay peor nostalgia, que añorar lo que nunca jamás sucedió.