miércoles, 23 de enero de 2013

Amaneceres.

Tarde, muy tarde, pero más despierta que cuando entramos en esta habitación. Tumbada y acurrucada en tus brazos. Mis manos te acarician por esa piel que tanto me gusta.
Estás dormido, al final no aguantaste y caíste rendido en un placentero sueño. Una sonrisa se dibuja en mis labios al alcanzar los tuyos, sí, esos que tantos besos y mordiscos me habían dado.
Y me agarras, con fuerza, atrayéndome más a ti si cabe. Ya no estás dormido, y tus manos me acarician como sólo tú sabes. Me hablas al oído, despacio, y haces que me ría sin motivo alguno, haciendo que rompa aquél silencio que nos rodea. Caricias que se van acentuando, y besos robados en la penumbra de aquella habitación.
Me miras y me intimidas, lo sabes, pero me haces sonreír, me haces olvidarme de todo, haces que solo quiera estar ahí, contigo, hasta que el sol marque la hora de separarnos.

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